3.15.2009

El Universal.com

MARIA GABRIELA MENDEZ

EL UNIVERSAL

La lista de los premios, reconocimientos, participaciones en concursos y bienales internacionales que se apuntan en su curriculum es tan larga como la lista de proyectos que ha emprendido en su carrera como arquitecto Jorge Rigamonti, hoy Premio Nacional de Arquitectura en su más reciente edición.

Sin embargo, dentro de sus obras _el comedor central de Sidor, la sede de Carbonorca, el gimnasio donde se realizaron los Juegos Nacionales de Cojedes y San Cristóbal, entre otras_, las preferidas son aquellas no construidas, esas que aún esperan ser revividas desde el papel donde fueron proyectadas.

Entre ellos cuenta el Museo del Petróleo, que sería un cubo flotante sobre una base de agua y un inmenso manglar sobre la Costa Oriental del Lago; las escaleras-mercado que diseñó para la parroquia 23 de Enero, o el mercado de Baruta, cuyas paredes se pensaron hechas de enredaderas de colores y techo apergolado para que el espacio se mantenga fresco.

Sus proyectos tienen la impronta de quien se preocupa no sólo por hacer edificios funcionales y estéticamente agradables sino por el entorno y especialmente por el clima.

Rigamonti aboga por el desarrollo sustentable: "Considero una arquitectura inmoral la que invierte en construcciones excesivamente costosas y usa en exceso el material. Hay que ir a lo sencillo, a lo austero y a la vez duradero, de significación social y cultural".

Su visión de lo que debería ser la ciudad es muy clara: "Una fábrica del humanismo, de bienestar social y espiritual. La ciudad es síntesis de la civilización". Para él, ningún político debería optar a un cargo público sin haber hecho al menos un curso de lo que es el problema urbano, pues se trata de algo muy complejo".

El arquitecto asegura que recibió el premio en nombre de tantos profesores capaces de este país, que no lo han recibido y lo merecen.

Para él, éste es importante, pero la mayor importancia está en lo significativo. Relata que le sorprendió que el Consejo de la Facultad de Arquitectura, caracterizado por su pluralismo político, haya coincidido en postularlo.

"Eso fue bonito, me hace deudor, más humilde, deudor de una sociedad que tanto necesita de un aporte intelectual más rico", agrega.

Rigamonti no descansa en su propósito de hacer de la arquitectura la gran semilla que produzca una ciudad de equidad social.

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